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Comunicado de la Escuela Viva TERRAMAR sobre el caso del Colegio Tlatelli en Tepoztlán, Morelos.

Comunicado de TERRAMAR ESCUELA VIVA sobre el caso del Colegio Tlatelli en Tepoztlán, Morelos.

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En la escuela Viva Terramar, es nuestra prioridad escuchar la voz de niñas, niños y adolescentes. Es necesario levantar la voz ante lo que ha estado sucediendo en el Colegio Tlatelli en Tepoztlán, Morelos.


Desde hace meses, en nuestro pueblo se ha dado una fuerte polémica debido a las acusaciones de un grupo de familias cuyos hijos e hijas manifiestan haber sido abusados física, psicológica y sexualmente en el interior de su escuela, por parte de la directora y de una maestra. Poco a poco, diversos actos han salido a la luz, incluso hay una maestra que se ha manifestado, diciendo que presenció varios hechos que le parecieron inaceptables.


Conozco niñas y niños, (compartimos tiempo de clase y de conversación, de juego, de vida, les acompaño y me acompañan en nuestro crecimiento), que han denunciado los abusos de los que fueron víctimas. Poco a poco, sus corazones comienzan a sanar, sobre todo porque ya no se sienten tan solos, tan abandonadas, tan no escuchados, ahora que el asunto sale a la luz como una avalancha imparable debido a que son ya más de veinte niñas y niños que, con el apoyo de sus familias, han levantado la voz para exigir justicia.


Sin embargo, también se ha levantado una voz de incredulidad y escepticismo que incluye a mujeres y hombres de nuestra comunidad, así como a instancias oficiales que se cierran a escuchar y a considerar la posibilidad de que todo esto sea verdad. Que eligen no sólo la duda, sino la censura de quienes se atreven a hablar.


Ante todo, exijo que escuchemos, desde nuestros corazones, las voces de las personas que han sido violentadas. Que nos preguntemos en dónde nos colocaríamos de ser nosotres o nuestros seres amados las víctimas. Que nos imaginemos haber escuchado de los labios de nuestra amada hija o de nuestro dulce hijo, que alguien tuvo la desvergüenza de ponerle la mano en el cuello para asfixiarle mientras amenazaba con matar a su madre o a su padre; que algún ser se atrevió a tocar su cuerpo, a obligarle a jugar con sus genitales o con los genitales de otro para satisfacer sus deseos, mientras le encerraba bajo candado para que nadie se diese cuenta.


¿Qué haríamos? ¿Qué harías tú? ¿Dudarías? Y si este fuera el caso, ¿le pedirías que se calle, que se aguante, pensarías que exagera? ¿Que inventa algo así? ¿Para qué? Y si pensaras que lo está inventando, ¿no te preguntarías cómo es que se le ocurre mentir sobre algo que no tendría que ser siquiera un tema de pensamiento a esa edad? ¿Qué niño o niña inventa haber sido abusado sexualmente?


¿Qué sucede con nuestra sociedad, que preferimos negar la existencia del mal para seguir nuestra vida cómodamente, en la ceguera de la ignorancia y de la negación, que destapar las cloacas sin miedo a las consecuencias? ¿En dónde quedó el valor que nos corresponde tener y ser para la infancia, para aquellas y aquellos que todavía son pequeños e indefensos y que necesitan de nosotres para poder crecer felices, auténticos, con seguridad y confianza?


Cada persona debe hacerse responsable de sus actos y asumir las consecuencias. Como sociedad nos corresponde proteger a la infancia; exigir que se investigue a fondo cualquier denuncia que hable de un ser humano sometiendo a un menor, y que se cierre la escuela en cuestión durante la investigación. Son demasiados años de callar, de sumirnos en la inmensa soledad de la vergüenza. Es demasiado tiempo de aceptar la injusticia como nuestro eterno acompañante.



Exijamos justicia. ¡No están solxs! ¡Sí les creemos!





Ante todo, sin importar el entorno, las circunstancias, lo que tengas en contra, lo que está en entredicho, cómo hables, cuánto calles, ante todo, te creo. Porque la verdad vale la pena.



Gabriela Retes Fundadora y Presidenta



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